Se visten de una hermosa melodía cuando nuestros días se
hacen cálidos, nos cuentan del temor cuando se suben a un cerro, nos pisan cuando vienen por detrás.
Pero quiero hacer una denuncia, tal vez insulsa pero que
nadie se animó a exclamarla antes: Los años no vienen solos.
Y atenti, que no me refiero a la vejez, para nada, mi grito
es para quejarme del desorden que ocasionan estos energúmenos.
Han hecho de mi vida un pantano, un bufón para un dios que
se ríe entre las nubes, han hecho de mi lo que ellos querían.
Han pasado y han dejado cantidad de amores rotos por la
distancia o por meros problemas psicológicos que ellos causan a la hora de
imaginarlos de grandes. Han dejado que abandone amistades que de joven en una
especie de utopía los imaginaba conmigo toda la vida, como en las películas.
Han dejado siempre una puerta abierta, dejando pasar tristes
momentos, dejando pasar lindos encuentros.
Han dejado que se queden con nosotros los peores miedos,
porque señores, denme la razón: no vienen solos.
Feliz año para todos.
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